III SLAM POÈTIC ANTIQUARI


Tercer slam, esta vez acompañados por las cámaras de IB3 (salimos en tres informativos), anteriormente se habían hecho eco de nuestro concurso varios periódicos, programas de radio y revistas culturales en formato digital. En esta ocasión los concursantes recitaron sus poemas ante las cámaras de televisión y he de decir que por la tranquilidad que demostraron algunos de nuestros amigos, no parecía la primera vez que lo hacían.
No faltó a la cita ese mejillón bivalvo y bicéfalo, mitad humorista, mitad poeta, llamado Salvador Bonet. Acompañó a Antonio y Jorge tanto en el comienzo como en los descansos del slam.
De nuevo gran afluencia de espectadores, eso sí, se notó el Barsa us Chelsea.
Contamos con la presencia de: la poeta cubana Ivis Acosta, del colombiano José Joaquín Fuquitiva, de Irene del Valle (Finalista en el primer slam), Máximo Fernández, Xisco Fuster (claro ejemplo de que los narradores pueden reciclarse y convertirse en poetas ), El gran Emilio Arnao condenado por el público a dejarnos en las semifinales, Víctor López, Delfín Motos ( empresario, arbitro de rugby y poeta, pero no por este orden) Tomeu Ripoll vencedor del slam por tan solo una decima de ventaja sobre el arbitro de rugby (Delfín Motos) y mi buen y querido amigo el excepcional poeta japones Biel Vila Pujades, Que apareció como un velero blanco en un mar de fuego (lastima que nuestro jurado lea tan pocos haikus).
Si aún no habéis estado en un slam en el Antiquari, no se a que demonios estáis esperando. nos vemos el martes 12 de mayo a las 21 horas ante una Guinnes o un buen vino.
Aquí tenéis algunos de los poemas que se leyeron en el III slam. Espero que
los disfrutéis tanto como yo.
Un Abrazo.
Jorge Espina

Tomeu Ripoll

El mar no es mar, sino manos.
Arañando la arena
con sus uñas de ola.
Dejando sudor y saliva
en los cristales rotos de roca.
Diluyendo sus huellas
que le delatan eterno.
El mar no es mar, sino manos.
Cielo que se reencarna
a través de lluvia impertinente.
Sangre salada que sufre
vampirismo de nubes.
Pero siempre manos,
manos que reciben palmas arriba,
que son azotadas palmas abajo.
Manos que dan la mano
a quien recorre su piel.
Muerte acogedora
en la profundidad de sus llagas.
El mar no es mar, sino manos.
Y entre los dedos se escapa
su vida de dios mojado.
Y los barcos que la surcan
dejan herido su dorso
con espuma fugaz de rabia.
El mar no es mar, sino manos.
Manos que estrangulan
pariendo viudas,
y tormentas enfadadas
que son puños cerrados.

Irene del Valle

Caen una a una, las cuentas del rosario,
describiendo la sala de espera su eco.
En cada eco un resumen de plegaria.
Algunas quiebran su piel
saltando el nácar de su superficie
y las súplicas por el corazón teñido
Perdida en la ceguera de mis ojos cerrados
en una de las habitaciones de época
ahuyento el aire,
que quiere bailar conmigo.
Lo araño
quiero bailar sola
Así que en este cauce de tango sin música
me abrazo a mi quimera.
Los zapatos de baile
resuenan en un suelo inundado de cuentas de rosario
que perdieron su esmalte al caer,
y con el sus avemarías y padrenuestros
Y rabiosas,
intentan hacerme abatir
resbalar
abandonar mi danza
para reposar junto a ellas (rotas)
Pero yo inmaculo mi baile
al no apoyar los tacones
esquivo las cuentas,
las pateo,
descascarillo aun más su intención
Me río de su interior
puro barro
como en el que yo me baño cada noche
¿Qué venís a enseñarme malditas?
Perdida en la ceguera de mis ojos cerrados
bailo en una habitación de época
con las cuentas de un rosario abandonado

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El director, perfuma su cuello, frota sus manos.
La silla vuelta del revés en el café concierto,
Los gemidos del baño desaparecen cuando nadie escucha.
La mujer de los labios negros pinta sus cejas, con la indiferencia de las flores de plástico del camerino.
Cuando cree que nadie la mira,
Se acerca al espejo,
Estira sus parpados,
Besa al responsable de su secuestro.
Y Llora, llora, llora, llora
Anudando su consternación a su bata,
Rompiéndola,
Golpeándose con los muebles,
Con gran teatro, como solo una mujer de su talla sabe hacerlo.
Cuando llora quieta, sin ruido,
Y las lágrimas amortiguan sobre la moqueta,
Entonces enfadada rompe de un puñetazo el espejo traidor.

Xisco Fuster


Borra sus pisadas con la cola

Ella me dijo que las nubes nacían del suelo, y yo le contesté que sí.
Me dijo que deseamos siempre lo que no queremos, y yo le pregunté cómo es posible desear algo que no quieres. (Por la publicidad, me contestó.)
Me dijo que si pintaba de verde una ballena rosa acabaría viéndola rosa. ... ¡Claro, le dije, siempre y cuando la ballena esté viva mientras la pinto!
Me dijo que la luz podía meterse en botellas. Y yo me bebí una.
Me preguntó si yo estaba loco. Le contesté que dependía de ella.
Me dijo que yo era tonto. Le dije que sí.
Ella rió.
Me dijo que yo no podría doblar un folio siete veces por mucho que lo intentara. (¿Para qué quiero doblar tantas veces un folio?)
Le contesté que podría besarla siete veces sin tocar sus labios.

IVIS ACOSTA
Como gatos rasgarnos la moral

Había que arrasar la mesa y ponerse en acción
mas no lo hicimos.

Como salvajes, correr tras de la pieza
mas no corrimos.

Como gatos rasgarnos la moral
maullar, subirnos al tejado y revolcarnos
y dar vueltas y vueltas
correr, saltar las vallas…

Y en cambio tú me diste tu sonrisa
y yo te di un papel, que era mi alma.

Hablamos y hablamos y volvimos a hablar hasta cansarnos
de la casa,
el trabajo, las noticias,
los ideales, el tiempo, el destino…
Intentando llenar con las palabras
el tremendo vacío.

La luz que vi en tus ojos
se fue apagando sola
y la mía tres cuartos de lo mismo.

Tú pagaste la cuenta y mientras tanto
yo guardé en la cartera mis instintos.

Nos fuimos despidiendo
con beso en la mejilla y un suspiro
coloidal, impotente,
oscuro cual deseo reprimido.

Yo no lo sé de cierto
pero dicen que allí donde dijimos
adiós, se secó un árbol
justo en el sitio en que nos despedimos.

Biel Vila Pujadas

He sido testigo del apagón del infierno
y de aquella hoguera salía intacto
Un velero


José Joaquín Fuquitiva Camacho


AMARANTA

Te sentí patear entre la noche
Y tuve miedo del mundo al que llegabas.

Nacido en tierra de muertos y despojos,
La guerra era mi mapa
Aunque nunca tomase un fúsil
O me plantara en la línea de combate.

Yo jugaba a ganarle la guerra a la guerra
Y arriesgaba mis palabras,
Pequeñas guerreras armadas del poema.

Cuando naciste
Me pillaste solo y metido entre la noche,
Con las palabras casi deshechas en mis manos.
Venías a la guerra
Y yo no tenía nada para darte,
Pero eras Amaranta, la que nunca marchita, la que nunca decae.

Llegaste silenciosa
Y apenas con un llanto corto anunciaste tu presencia.

Traías los ojos bien abiertos
Y en tus manitas apretabas con fuerza las palabras.

Eras mi pequeña guerrera y yo no tenía para darte,
Pero eras Amaranta, la que nunca marchita, la que nunca decae.

Máximo Fernández

Escribir poesía
es bailar con los relámpagos
de este antro,
hacerlos humanos
deslumbrarse
en su tormenta,
beberse su agua de lluvia
su sangre y sus sesos,
colocarse
una y otra vez,
tumbarse a lo lejos
dibujar alas metálicas
en las palabras
de amor
o no.
Escuchar su voz
y su ritmo en el pecho,
alguien golpeando
en la puerta del baño
y finalmente
vomitarlas quizás
en cualquier esquina del bar,
o del alma.

Delfín Motos

Húmedos de escarcha
Sumergidos en la Aurora
Ahuecando los cuerpos,
ocultándolos de la fría mañana

Solos
Ante los ojos de los árboles
Solos
Ante ellos expuestos
Frente a la eterna desnudez de sus cortezas.

Ahora crepita la leña
Se consume la confidencia
Entre lágrimas de ámbar
Crepita la leña, arde el tronco
Y entre llamas desaparecen
Aquellos ojos.
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Es hoy y no mañana ,
que tus palabras
hirientes
abren finalmente brecha
en el tembloroso lienzo que es mi piel,
sensible al más imperceptible de tus gestos.

Es hoy y no mañana
que mi corazón se quiebra
como una reseca hogaza.
Y ya no siente tus dedos hundirse en la arcilla de mis huesos
húmedos y gastados.

Es hoy y no mañana
Que ante lo inevitable
retengo en la palma de mi mano
El cálido sabor de tu cadera
que ahora, furtivo,
robo.
Y me despido, sin tu saberlo
Hoy y no mañana.

 
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