No hay quinto malo. El pasado martes, como siempre en el Antiquari, celebramos el quinto slam de poesía. Contamos con la participación de: Cristina Llorente, María del Carmen Crespo, Car Rigo, Tano Aguiló, Biel Vila y los finalistas: Xisco Fuster, Max Fernández, que entró en escena como un toro en una cristalería, rompiendo todo lo que encontraba a su paso y la ganadora de este quinto slam, (conocida desde el 26 de junio de 2004, fecha en la que consiguió el record de 400 metros lisos aún vigente, con el sobrenombre de la Gacela de Calviá) Irene del Valle de la Sen, esta vez laureada por sus versos y no por su velocidad.
Recordad que en el próximo slam (martes 9 de junio) tendrá lugar la final del primer trimestre, entre los ganadores de los diferentes combates poéticos que hasta ahora se han realizado. Hay 5 finalistas más uno que saldrá de la previa entre los mejores segundos clasificados. Así tendremos 6 finalistas. El ganador será nombrado gran poeta Laureado y después de beber el mejor vino de la casa (espero que tenga la vergüenza de invitarme a una copa) será publicado en la maravillosa revista La Bolsa De Pipas. Creo que será una gran fiesta en las puertas ya del verano, y a la que estáis todas y todos invitados.
Presentarán el concurso como siempre: Antonio Rigo, Salvador Bonet y un servidor.
Aviso para todos los lectores: el café Antiquari jamás se hará responsable de las majaderías que este humilde escriba pueda llegar a decir en este blog.
JORGE ESPINA.
IRENE DEL VALLE
Salgo a la calle.
Y disfruto el roce de su pared
Y me enamoro de sus piernas
Y maquillo sus ensuciadas mejillas
Y le soy infiel
Y pinto sus entrañas
Y acompaño al polvo del tiempo.
Traigo el cuerpo
Y colaboro en su vida nocturna
Y callo para escuchar
Y se llena esta vasija de todas las palabras que es solo una
Y a las cinco
que nacen los reflejos,
Se duerme de pura borracha la propia botella.
Cuaderno de los portales,
agua de luna con gas,
doncellas de vómito recurrente,
guisantes blancos bajo el colchón;
monedas de oro en bocas desconocidas
Urgen las notas agudas,
los resúmenes de filosofía,
el blanqueador dental.
Y las botas que suenan a fuera
han visto el calor a través del visillo.
Se apresuran,
pero no son tan inocentes las botas,
y también esconden algunos billetes.
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No es tan sencillo
resolver tus dudas
una tarde de invierno
es algo más;
es gravar tu destino,
a golpe de cincel,
y después de eso
revestirlo de cemento,
y dibujar sobre él
el futuro que te gusta
mientras aún esta fresco.
MAX FERNÁNDEZ
¿quieres aplausos?
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No quiero parecer optimista
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BIEL VILA
Hadas
Nunca llegan tarde las hadas
y si sucede es insignificante:
llegan siempre a su hora.
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Ir a paso del amor es naranja
como el amanecer es cosa de dos.
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CRISTINA LLORENTE
tic-tac-tic-tac-tic-tac-tic- tac-tic-
tac-tic-tac-tic-tac-tic- tac-tic-tac.
Enséñame las mil maneras de encender un cigarrillo:
la A, la B, y la C,
que es la del centro,
porque yo sólo conozco tres.
Enséñame a hacer collares de mecheros
que enciendan lunas en los planetas sin tiempo.
Enséñame a aprender a no mirarte.
Arrójame lunares
que se me prendan al cuello como la lluvia
desde cualquier ventana de la ciudad.
Érase otra vez un pastelero
que me recordó que el reloj suena igual al derecho
que al revés:
tac-tic-tac-tic-tac-tic-tac-tic- tac-tic-tac-
tic-tac-tic-tac-tic-tac-tic- tac-tic-tac-tic.
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El gran desierto del Sahara
El gran desierto del Sahara: arena
dunas, arena, se corren
los granos, vuelan
sobre arena, sopla brisa
caliente, alma
vuela sobre arena
se corren
las dunas.
El gran deseo del Alma: tus pasos
tu cuerpo, tus pasos, corren
tus pies, vuelan
sobre tus pasos, sopla brisa
caliente, alma
vuela sobre tus pasos
se corre
tu cuerpo
hacia mí.
Abrir los ojos
A veces no basta con escuchar la respuesta de quien la sabe.
A veces olores traen sensaciones que creías muertas.
A veces descubrirás un lago escondido, con cuidado, besa a tu amante en los ojos cuando llora.
Y por la noche, cuando ya estás en la cama, antes de dormir, ¿has notado alguna vez el sabor del sol en la boca?
Nostalgia
La echaba de menos.
La miré a los ojos.
Vengo de la playa, dijo.
Sumergí mi nariz entre las
sirenas caderas serenas de sus cabellos.
Olía a erizos de mar
pinchos,
a conchas
vulvas,
a algas
abrazos,
a peces
que te rodean,
a arena
y te cubre
con el sol.